2 de agosto de 2011

"La isla de la última verdad"

Posted on 12:20 by Unknown


///////////Son bastantes las cualidades que convierten La isla de la última verdad en una buena novela. Acaso no sea lo menos importante que trate del mar, un espacio límite, que, a diferencia del urbano, constriñe mucho, es más exigente que el campo o las ciudades, escenarios habituales de las ficciones contemporáneas. Una de esas constricciones tiene que ver con la experiencia. Se nota que la autora ha sido navegante, tanto en ciertas precisiones léxicas, de medidas, de orientaciones, como por el tipo de reflexiones que únicamente mueve el contacto con el mar. Con notables excepciones, como la de Arturo Pérez-Reverte, pocos novelistas actuales tienen el mar como espacio privilegiado. Flavia Company se hace acompañar en los antetextos, en una referencia interna durante la trama, y en ciertos motivos reflexivos, de Joseph Conrad, un modelo narrativo que es más usual seguir en una empopada que en ceñida, como Pérez-Reverte y Company hacen.
Supervivencia
Para que el mar sea coprotagonista de la novela, la autora ha ideado una historia que toma tanto de Conrad como de Stevenson, y hasta Defoe. Porque hay una peripecia de supervivencia en una isla, y seguimiento detenido de las maneras de lograrla, por parte de Mathew Prendel, el protagonista del relato. Lo que me parece más importante es que Flavia Company ha logrado que lo externo tenga menos importancia que lo interno.
Al final, toda peripecia, por interesante que pueda ser para un lector saber cómo alguien sobrevivió (y en esta trama ese interés no decae), no se sostiene por sí sola como recuento de habilidades, recursos, y golpes del azar de que se va poblando la trama. De hecho, la historia urdida por Company no disimula desde el comienzo que es el espacio de la convención novelística el que salva las inverosimilitudes, que el lector termina admitiendo si están bien contadas, como aquí ocurre.
(...) Todos los quiebros de la trama se van asimilando como verdaderos, sobre todo porque comprendemos desde el principio que el eje que sostiene la novela es la contigüidad establecida por su narradora entre la navegación y la vida. Sobrevivir a un naufragio causado por un asalto pirata a orillas de África, es llevar a su protagonista a preguntarse muchas veces por su vida, por lo que realmente tiene valor, y lo mucho que deja de tenerlo, una vez piensas que ya todo se ha perdido. El mar, tan cercano a la muerte, es el que enseña el sentido de la vida, hermana de la navegación.
Esta obra de Company se puebla de breves pero hondas reflexiones que, nacidas al límite, contienen esa sabiduría de lo verdadero, que la autora ha ido deslizando, y que son las que proporcionan el mayor goce en la lectura de esta novela. Aparte de las generales, hay otras, las nacidas de la rivalidad dentro de la isla entre Nelson Souza y Prendel, sobre lo que el ser humano es capaz de hacer y en torno a la necesidad de que haya otro para que tú seas alguien -pero también la obligación de vencerle-, que llevan la narración a un lugar que sobrepasa la mera aventura, sin que ésta deja de estar presente.
(...)
J. M. Pozuelo Yvancos

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