“Cierta es la premisa que las universidades deben responder a las necesidades laborales concretas que una sociedad requiere, teniendo en cuenta su contexto y la ‘real’ necesidad de cubrir una oferta laboral que siga las políticas regionales en materia de trabajo. Cualquier oferta universitaria que no tenga una correspondencia con la realidad corre el riesgo de ser un ‘castillo en el aire’.

Esta es la situación de la Escuela de Cine de Tucumán. Dicha Escuela forma ‘técnicos en cine’ para una industria inexistente en la provincia, por lo menos hasta el momento. Si bien las cruzadas y los voluntarismos de intentar filmar en la provincia, que son epopeyas reales, no terminan de conformar una situación laboral, por lo contrario, con más de 10 años en la profesión, son más los esfuerzos económicos que uno debe hacer que los réditos que uno obtiene.

Se ha hablado de Tucumán como un polo cinematográfico. Es verdad que han elegido a la provincia para diversas producciones, pero se elige Tucumán por el paisaje, por cuestiones de costo, no se elige Tucumán por la ‘mano de obra calificada’. El ‘técnico’ tucumano siempre se inserta en los filmes (mayoritariamente de Buenos Aires), como meritorio, eléctrico o ayudante de producción, roles de cuarto nivel. La verdad es que, dada la formación que reciben los ‘cineastas tucumanos’, no pueden hacer otra cosa, ya que no están preparados ni capacitados para asumir otras responsabilidades en un rodaje. No es problema de los tucumanos, sí es problema de la política universitaria que tiene un nivel bajísimo en el ámbito cinematográfico.

Estas películas que se filman en la provincia tienen muy poca repercusión y generalmente son financiadas por el INCAA con subsidios otorgados de antemano para hacer grandes negociados, ya que los únicos beneficiados en una película nacional son los productores, que acuden a los abogados del INCAA que reparten subsidios a cambio de un porcentaje sobre ellos.

Hace poco salió una nota en LA GACET hablando de la deserción que ‘azota’ a la Escuela de Cine. Los alumnos que pueden viajar a Buenos Aires a realizar cursos se dan cuenta de que han perdido el tiempo y que los contenidos de la escuela son dictadas por profesores que nunca han asumido la profesión cinematográfica como una verdadera vocación, sino como un pasatiempo.

La mayoría de estos profesores se reconocen como videastas y muy pocos de ellos han trabajado en fílmico, y tampoco es culpa de ellos ya que el cine está, como muchas otras cosas, centralizado en Buenos Aires. El técnico tucumano debe entonces ir a buscar trabajo a Buenos Aires y se encuentra (como pasa en publicidad) con una industria que todavía trabaja en fílmico en donde no hay margen para la ‘sanata’, para rodar en fílmico hay que saber, no alcanza con una incursión en el mundo del video y hacer de eso y la experiencia personal, el único recurso para dictar clases.

El pobre aspirante a ‘director de cine’ se termina dando cuenta de que su carrera no puede ser llevada a cabo en su provincia porque el panorama laboral es escaso y no da para vivir, y al ir a Buenos Aires debe competir con currículums de alumnos de escuelas de Buenos Aires que tienen un roce constante con la industria, sus directores, productores y sus avances técnicos.

El Director de la Escuela afirmaba en la nota que muchos de los alumnos se tomaban la carrera como un pasatiempo. Claro que se la toman como un pasatiempo ya que es lo que deben transmitir la mayoría de los profesores, donde el cine para ellos nunca fue un trabajo ‘full time’. Si vemos también en manos de quién está el plan de estudios, una física que poco entiende de cine, menos que menos, debe haber pisado muy pocos ‘sets’ de rodaje y afirma soberbiamente que la Escuela de Cine no tiene nada que envidiarle al ENERC ya que tienen el mismo plan de estudios. Lo que esta persona debe entender es que la diferencia abismal entre las dos escuelas es la calidad de los contenidos que llenan esas horas cátedras y que el técnico de cine se hace desde sus comienzos en los verdaderos rodajes. Claro está que ocupa un cargo político, no podemos exigirle mucho a los estudiantes de la Escuela (ellos son los que pagan las malas decisiones políticas de la Universidad).

Filmar con amigos es muy divertido y es fácil; seguro que deben realizar cortos y participar de festivales y obtener premios, pero esa etapa un día termina y debe comenzar otra, la verdaderamente profesional.

Los tucumanos se merecen una mejor carrera, con los pies más en la tierra, para que algún día disfrutar de sus locaciones como lo hacemos, en mayoría, los porteños que con aciertos y errores hemos intentado filmar en esta hermosa locación llamada Tucumán”.

Lic. Pablo Kühnert
Productor INCAA 201 163
pablokuhnert@gmail.com